domingo, 8 de febrero de 2015

Maupassant, de la literatura a la escena

Como preludio al espectáculo "Obsesiones", dirigido y protagonizado por Carlos Martí, que tendrá lugar el 18 y 19 de febrero en el Teatro Ideal de Baza, esbocemos unas pinceladas sobre Maupassant.

El rincón de Maupassant

Guy de Maupassant
Todo autor ha de realizar un ejercicio de separación, de aislamiento, para alcanzar una visión con perspectiva e interpretar, a través del lenguaje, el mundo que le rodea. El hombre que se aparta de la sociedad para crear un producto dirigido a la propia sociedad de la que se separa. La soledad no implica la desconexión de la sociedad, pues cualquiera sabe que el hombre, en medio de la sociedad, puede sentirse radicalmente solo, como apreciaba Schopenhauer.

Pero no hace falta practicar un eremitismo militante, huyendo de la civilización, basta con sumergirse en el propio abismo del interior humano, para alcanzar la perspectiva necesaria. El hombre, así, cobijado en su ricón, se refugia de forma excluyendo a sus semejantes, conviviendo con sus recuerdos de forma muy íntima. Guy de Maupassant, en sus cuentos, nos conduce a la naturaleza humana del hombre. Siguiendo la pauta de otros literatos de la época fue un maestro en introducirse en los recovecos del alma humana. La crítica siempre ha asociado, sobre todo sus cuentos fantásticos, a su propia enfermedad mental. No obstante, sus cuentos están impregnados de las preocupaciones en la Francia de su tiempo, como la guerra contra Prusia primero y Alemania después, las crisis económicas, el desencanto de las clases obreras o la fascinación por la ciencia y la tecnología como elementos necesarios para el desarrollo social.

Edición de la Ed. Páginas de Espuma
A pesar de todo, Maupassant se acercará al positivismo en su concepción de una ciencia capaz de explicar no sólo los fenómenos naturales, sino también el comportamiento humano. Y será un gran vitalista, en el sentido de Nietzsche, en cuanto a la afirmación de la vida como elemento irreductible a categorías y que está en los organismos vivos. Se encuadra, de esta manera, en la corriente romántica, en cuanto a la esperanza de liberar al hombre para conseguir su pleno desarrollo que le diera armonía y estabilidad emocional. Pero ese ansia de buscar los placeres no sólo estará cuestionando la moral sino que además advierte que es vana esa búsqueda, pues existe una imposibilidad manifiesta de alcanzar aquello que se desea. Desde esta perspectiva, Maupassant, en su personal análisis del ser humano le conduce a establecer un pensamiento contradictorio, decepcionado por la condición humana, donde la vida humana aún siendo en sí misma un valor biológico, es absurda, ya que todos los hombres están condenados a la muerte y al sufrimiento, lo que condiciona cada uno de sus actos, en una existencia marcada por el dolor.

Maupassant nos presenta en sus personajes a hombres que acaban siendo destrozados por su pensamiento, en una secuencia de deterioro y degeneración. Aquí es donde se encuadra ese terror que asola sus cuentos fantásticos, donde la locura es fruto de la desintegración humana, que acaba con cualquier atisbo de razón y que presenta unos personajes que se autoaniquilan sufriendo un miedo profundo y confuso. Maupassant concibe sus cuentos para alterar al lector, inoculando una profunda desazón, sin dudar en añadir elementos sobrenaturales, que trastocan cualquier punto de referencia racional. El relato en primera persona realza esa alteración donde los personajes se manifiestan con una mente realista, de corte positivista, pero afectada por una profunda patología en un desequilibrio enfermizo. Esta atmósfera plantea cómo el hombre es capaz de las acciones más crueles y de atrocidades inimaginables que Maupassant es capaz de describir con inusitada brutalidad, incluso con tintes de humor negro y truculento, como en los cuentos que integran “Obsesiones”, sobre todo en el último, titulado “Un loco”.

Maupassant y el teatro

Sin duda que ese acercamiento a las profundidades ocultas del ser humano y su originalidad en su narrativa personal ha sido una de las causas por las que Maupassant fue muy popular en su época y, aún sigue siéndolo.

Además, como señala Isabel Veloso, su obra está caracterizada por
  • una tradición romántica, manifestada en su estrecha vinculación con la naturaleza y sus elementos fantásticos
  • la asunción de criterios positivistas, al dotar al conocimiento de una base esencialmente sensorial;
  • una estética impresionista, al querer captar la realidad en un momento preciso y fugaz, traduciendo las impresiones experimentadas ante la naturaleza;
  • una recreación simbolista del universo, producto de la abundancia de imágenes poéticas, voluntariamente alejadas del objetivismo naturalista;
  • un adelanto del surrealismo que habría de llegar y que Maupassant roza en sus incursiones por el subconsciente y en temas anejos como el de la locura o el sueño.
Lo que le configura como uno de los autores fundamentales de la literatura universal de finales del siglo XIX. Universalidad que se ha plasmado en una infinidad de adaptaciones ha otras esferas artísticas, como el cine, el teatro o el cómic
 
Cartel de "Obsesiones"
Obsesiones”, la apuesta de Carlos Martí (Teatro Ideal de Baza el 19 y el 20 de febrero a las 21.00 horas), se une a una larga lista de propuestas teatrales que han adaptado cuentos de Maupassant. Una de ellas es la de “Hotel Comercio”, una versión del cuento “Bola de Sebo”, que se estrenó en el Teatro Reina Victoria de Madrid en 1973, escrita por Fritz Hochwalder, cuya versión castellana la realizó A. Sotomayor, obra de gran intensidad y que las crónicas de la época la calificaban como una espléndida adaptación del cuento y cómo se presentaba en escena a unos personajes movidos por sus instintos de codicia, y donde se presentaban envueltos en los enfrentamientos sociales. La obra fue un encargo del productor teatral Rafael Alonso y fue dirigida por Ricardo Lucía, con un reparto encabezado por la actriz Queta Claver (que debutara en 1950 en la compañía de Rafael Rivelles y que falleciera en 2003)

Otro ejemplo fue la comedia´en tres actos de Serrano Anguita titulada “15 diamantes”, estrenada en el Teatro Rialto de Madrid en 1947, inspirada en la obra de Maupassant “La joyas”, aunque las críticas no fueron muy favorables (diálogos extensos, exceso de riñas domésticas, acciones previsibles con final anunciado), presentaba a unos personajes alterados por la codicia, en busca de un placer inalcanzable, en acciones resueltas con humor y donde destaca el trabajo escénico del elenco encabezado Carmen Carbonell (Una de las divas del teatro español que debutara en 1914 con tan solo 14 años y que falleciera en 1988) y Antonio Vico (perteneciente a una familia de actores que falleció en 1972)

Referencias:

Loreal y lo fantástico en Guy de Maupassant, por Isabel Veloso Santamaría



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